Al cruzar el umbral de la puerta, afloran recuerdos de un tiempo pasado, vivencias de joven sedienta, queriendo beber en la fuente del conocimiento, llenarse las manos de todo lo bueno para dar a niños, brindando cariño, guiando sus pasos en dulce tarea de ir educando. El sueño anhelado de estar en las aulas de túnica blanca, realidad se hizo y marcó un camino, que selló una vida. Y al pasar los años, alumna, docente, tuve el privilegio de sentir el goce que brinda el trabajo. Nuevas experiencias, luego en mi descanso, pinceles, paleta, papeles y colores múltiples, que me han ofrecido momentos hermosos, mientras voy pintando…